lunes, 8 de agosto de 2016

Capítulo I: El comienzo de una aventura

Toda mi vida he deseado vivir aventuras. Y ciertamente, me aburría de esa mansión llena de criados que te lo hacían todo cuando quisieses. "Señor ¿Todo bien?" "¿Está a su gusto la sopa señor?" "¿Desea el señor otro masaje con aceite balsámico?" ¡Pues no! No quiero otro masaje con aceite importado desde las tierras de más allá de los reinos Silvanos, gracias Dominico... tráeme una copa de mi cosecha de este año. (Recuerdo que la importación de ese aceite no es barata).

A ver, no es por alardear, pero desde que mis padres murieron y heredé toda su fortuna estoy podrido de oro y tierras. Encima... ¡Los negocios van bien! Todo me sale bien, es un asco ser tan sumamente rico y encima atractivo para las mujeres. Habré conocido como a más de cincuenta... y uno se aburre de ser tan superior, así que me fui a la ciudad a pasear y vi que esas alimañas que se alimentan de las limosnas siguen sus vidas tan tranquilos. A ver, no es que me queje... ¡Pero podrían ponerse a trabajar en mis vendimias! 

En fin... que me aburrí de mi vida y un día cazando en el campo me encontré con un hombre que tan sólo poseía una mochila que contenía un saco de dormir, una cazuela y varios cuchillos. Su vida era viajar por el mundo y nada más; cazaba lo justo para comer, trabajaba de balde para ayudar a los jornaleros, no tenía ni casa ni dinero... No sé cómo se las apañaba sin criados, pero el hombre era feliz así.

No lo entendía.

Así que como un hombre sin nada en la vida es feliz, decidí cambiarme al completo y dejar atrás esa vida tan cómoda y maravillosa. Dejé mi mansión a cargo de mi buen amigo Mangano (conocido por robar a los pobres y dar el dinero a su banquero de confianza).

Quería vivir, como os digo, aventuras. Un tal Eyvindr Finnsson (un buen escaldo a decir verdad) contaba historias de héroes, y yo no quería ser menos.

Contacté con varios escaldos pero ninguno trabajaba gratis, así que voy a ser mi propio escaldo.

Y aquí estoy chicos, escribiendo este primer capítulo sentado en una piedra, pasando un calor horroroso y con una talega que contiene un saco de dormir de terciopelo y de piel gruesa de bisonte (para no mojarse. Me lo fabricó mi sastre), una cazuela de acero de primera calidad (los alimentos, según dice el cocinero, saben a gloria) y varios cuchillos bastante afilados para cazar o los dioses no lo quieran, o bueno... sí... para defenderme. (Dijo mi armero que con estos cuchillos podía cortar las piedras).

Me espera una aventura porque soy... Turion el aventurero. (Título provisional)

      
Por TURION EL AVENTURERO

No hay comentarios:

Publicar un comentario