domingo, 14 de agosto de 2016

Capítulo II: El que no arriesga, no gana

Hoy ha sido un día raro. Comencé a andar y a andar sin parar hasta que los pies me dijeron basta. Volví la vista atrás y comprobé que había dejado atrás la ciudad, mi mansión en el campo, mis aficiones de rico y mis ligues. Echaba de menos el calor de una mujer y el sabor de un buen vino que llenara mi panza.

Todo eso ya no existe, quiero ser feliz sin nada, y aquí me hallo, en la cima de una montaña de la que no sé el nombre.

Anoche no usé el saco, hacía calor y el suave y hecho a mano saco de dormir no me resultó útil, así que dormí a la intemperie. Me desperté cegado por el sol y me entró hambre, por lo que cogí un cuchillo y decidí cazarme el desayuno. Sé cazar con ballesta, pero con cuchillo... en fin, soy mañoso para todo, podría hacerlo, no... IBA A HACERLO, no puede ser tan difícil cazar con cuchillo...

Pues sí que lo es.

Aceché a un ciervo hasta que llegó a un río a beber, estaba oculto en los arbustos y el ciervo no se había percatado de mi presencia. En un momento dado, salí corriendo hacia él cuchillo en mano y cuando me lancé hacia su cuello, me hizo una finta y caí al agua. El ciervo comenzó a huir y rápidamente me levanté para lanzarle mi arma. Fallé estrepitosamente: el cuchillo no sólo se desvió de su trayectoria (como si estuviera mal equilibrado) sino que la punta rebotó en un árbol y se perdió entre los arbustos. Fui a buscarlo pero había una serpiente y yo paso de esos bichos... así que me quedaban dos cuchillos: uno para cortar patatas y otro con apariencia de daga para defenderme.

Voy a matar a mi armero, ¡Me ha dado cuchillos sin afilar! no cortan ni a una flor... en fin, he comido bayas silvestres, estaban un poco ácidas pero serán suficientes hasta la hora de comer.

Tengo hambre, acostumbrado a desayunar (y enumero para ser preciso):
1) Huevos escaldados
2) Butifarras variadas cocidas en el horno de piedra.
3) Vino tinto aromatizado con cítricos, de cosecha propia (de mis tierras digo, el vino lo hacen los criados).
4) Frutas exóticas (No es barato importar eso, pero merece la pena para demostrar que tengo dinero y me lo gasto cuando quiero).

He andado otro rato pero no tengo fuerzas. Jadeo constantemente y mi cuerpo se ha rendido. Quiero comer y echo de menos a mis cocineros.

Nada, ya es de noche y no he comido nada más que cinco bayas silvestres, tres setas crudas (nota: aprender a hacer fuego) y una lombriz que he descubierto escarbando para encontrar setas.

Estoy un poco mareado supongo que por falta de alimentos...

Escribo ya esta última línea metido en mi saco de terciopelo (que por cierto, un fragmento se ha descosido) envuelto de piel gruesa de bisonte hecho a mano por mi sastre personal. El cielo está encapotado y hace mucho frío (¿Habré llegado ya a esa tierra helada de los salvajes?).

Ha sido un día raro... pero bueno, el que no arriesga, no gana. Creo que he visto una serpiente...

por TURION EL AVENTURERO



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