lunes, 19 de diciembre de 2016

"La piedad" a Morta

Oh Morta, madre de la catástrofe. Tú que juzgas nuestras bienaventuranzas y castigas nuestras maldades. Pobre de mi, que he pecado, pero apiádate de mi amado. Pues él no pecó en vida, ni lo hará en la muerte contigo; pues te pido que lo liberes del eterno fin.
Tráelo conmigo de nuevo, no como silvano de nuevo; pues sé que te es imposible sin la ayuda de Oceanus. Pero sí que podrás devolvérmelo como árbol o animalillo que corretea por las llanuras, por las espesura, vuela por el cielo o bucea bajo el manto de agua.
Tú que sabes ver dentro de nosotros, sabrás que la petición viene desde dentro de mi ser, pues no es amor carnal lo que yo añoro; sino sentir de nuevo su silvano espíritu. Que sus cientos de años no te hagan querer desterrarlo por siempre del mundo terrenal, pues si lo haces; yo misma me vengaré y me mataré. Para que Nodeus me lleve contigo y pueda acometer mi fin. El de matar a quien a mi amor no le dejó volver a renacer.

Escrito de una tablilla funeraria en la necrópolis de Neosilva.